Los refrescos no deberían estar presentes en nuestra dieta y menos formar parte habitual de nuestra hidratación. Su consumo puede generar muchos daños debido al elevado contenido en azúcar y compuestos químicos; además pueden coadyuvar a la formación de cálculos renales, los cuales impiden la correcta limpieza del organismo.
Incluso el beber refrescos de dieta, que existe la creencia de que no son dañinos para nuestra salud, se puede asociar con mayor probabilidad de desarrollar enfermedades del corazón, derrame cerebral, diabetes, síndrome metabólico, hipertensión arterial y problemas urológicos, además contribuyen al aumento de peso, afirma Susan E. Swithers en un estudio realizado para la Universidad de Purdue en Indiana, Estados Unidos.